Cima Chechu Rubiera
¡Asturias paraíso ciclista! Para coronar el puerto hay que irse a la zona baja del valle del río Aller. «Extensa tierra de cumbres y bosques, de caza, de berrea, de tránsito hacia la meseta, de esquí y CICLISMO, de pastoreo y carbón. Así es Aller, hoy y siempre». Así se definen ellos y no creo que yo lo pueda hacer mejor.
Coto Bello, Cotobello y Coto Beyo. De estas tres maneras vi escrito el nombre de este mirador en carteles indicadores de la misma carretera que sube hasta la cima. La cima ‘Chechu Rubiera’, en homenaje al mítico ciclista asturiano. Todo esto lo descubrí sobre la marcha, porque la verdad que la subida no me sonaba de nada. Casualidades de la vida, pase unos días alojado a pie de puerto y casi sin querer me encontré pedaleando por sus rampas. ¡Vaya sorpresón! Una auténtica maravilla. No entendía por qué mi cabeza (que es grande) no guardaba información alguna del puerto. Parecía como si no existiera y hubieran abierto las puertas de Valinor (referencia friki, perdón) justo en el momento en el que pasaba por allí.
Lo primero que me llamó la atención es la cantidad de información que hay durante todo el recorrido. Longitud, desnivel, pendientes medias y picos de pendiente. Cartelería a cascoporro. Y todo ello con el nombre de José Luis Rubiera. De este si tenía información en mi cabeza. Gregario de lujo con top 10 en Vuelta y Giro, además de ganar en dos etapas de este último. Escalador trotón, fino y sufridor. 16 años estuvo en activo. Buscando información para escribir este texto le leía en una reciente entrevista: «Me da pena cuando escucho que los chavales de ahora pesan la comida». Le tenía respeto y después de esto le tengo más. ¡Grande Chechu! Hoy en día es ingeniero para la marca asturiana de bicicletas MMR; diseña los cuadros de las mismas.
Lo segundo que me llamó la atención es la carretera y el estado de la misma. Tirando a ser ancha pero sin que resulte pestosa, bien pintada y con el asfalto muy bien cuidado. Carretera perfecta para ir a ningún sitio. La verdad que no entendía nada, así que tuve que volver a buscar información. Resulta que era el acceso a la antigua explotación minera a cielo abierto de Coto Bello. Una vez terminada la extracción de mineral, se procedió a la restauración medioambiental o transformación natural del paisaje, para destinarlo a usos ganaderos y turísticos. ‘La montaña del ciclista’, como pone en la escultura de la cima. ¡Solo me sale aplaudir! La ‘Peña Ciclista Allerana’ llegó a organizar una cronoescalada que desconozco si se sigue haciendo hoy en día.
He dicho antes «carretera perfecta para ir a ningún sitio». Pido perdón. Puede que, de los que se pueda acceder en bici de carretera, sea uno de los miradores más bonitos del mundo. Y además con bar en la cima. Vuelvo a presentar mis respetos. Aparte de una explanada enorme, perfecta para albergar finales de etapa de grandes vueltas.
Y aquí viene lo tercero que me llamo la atención: fue final de Vuelta a España en una etapa del año 2010. Propiciado, quizá, por la visibilidad que le diera Rubiera. Por alguna extraña razón había borrado ese dato de mi mente. Algo más de 180 kilómetros que unieron Gijón con la cima de Coto Bello, pasando por los puertos de San Lorenzo y Cobertoria. ¡Etapón! Me llevé una alegría cuando vi que aquel día ganó Mikel Nieve. Muy del estilo de Rubiera. Otro sufridor con clase que se retiró del ciclismo profesional este mismo año. En su última carrera (anunciada con anterioridad) se rompió la clavícula. Sufriendo hasta el final.
Bonus track: que se me habían pasado los números. Son 10 kilómetros de subida por encima del 8% de media. Muy constante, no tiene grandes picos de pendiente. Se corona a 1.198 metros de altitud.