Galibier
Mítico coloso alpino, con sus 2.642 metros de altitud, a menudo es el techo del Tour de Francia. Desde hace años, al punto más alto de la carrera francesa se le denomina ‘souvenir Henri Desgrange’, en honor a su creador. Seguro que te suena más la ‘cima Coppi’, utilizado por el Giro de Italia para designar el techo de su carrera, en honor al mitiquísimo escalador italiano del que te hablaré más tarde.
El Galibier ha sido puerto de paso del Tour de Francia en 57 ocasiones y solamente una final de etapa (2011). Tiene dos vertientes, la más conocida viene desde Saint-Michel-de-Maurienne, que, previo paso por el col du Télégraphe, hace que superes los 2.000 metros de desnivel acumulado. La otra vertiente sale de Briançon, pasando por el col du Lautaret.
Te situó en el año 1952, etapa del Tour de Francia que une Bourg d’Oisans con Sestriere, previo paso por el Télégraphe+Galibier. Precisamente subiendo el col du Télégraphe se produce la que puede ser la imagen más icónica del ciclismo hasta el día de hoy. Dos ciclistas italianos, Fausto Coppi y Gino Bartali y un bidón de agua de por medio. Los acontecimientos sucedidos en la II Guerra Mundial habían dividido a la multitud italiana entre sus dos campeones. Bartali, tranquilo hombre de familia, católico, era la imagen conservadora, mientras que Coppi, más alocado y agnóstico, era la imagen progresista. Ellos nunca llevaron esta rivalidad más allá de lo deportivo, pero la situación del país había provocado la ruptura entre sus seguidores. Aquella foto significó no solo la unión de dos ciclistas, sino la del país entero. Dos formas de entender la vida y el ciclismo se unían mediante un simple bidón de agua. Daba igual quién estaba ayudando a quién, lo realmente importante es que se estaban ayudando. Recientemente parece que se resolvió el misterio y fue Bartali quien ofreció el bidón a Coppi, pero esto es lo de menos.
La que quizá fue la mayor hazaña de Bartali también fue revelada recientemente. El ciclista, por su carácter conservador, se convirtió muy a su pesar, ya que él nunca se pronunció políticamente, en icono del régimen de Mussolini. Durante la II Guerra Mundial el mundo del ciclismo se paralizó por completo, no había competiciones. Bartali no dejó de ‘entrenar’, recorriendo grandes distancias a diario para mantener la forma física. Y digo ‘entrenar’ porque mientras lo hacía ejercía de correo para una red clandestina que ayudaba a escapar a los judíos de la muerte. Escondía pasaportes falsos en el cuadro de su bicicleta y utilizaba su popularidad para escaparse de los controles policiales. Se calcula que fueron cientos de personas a las que salvó y es un secreto que se llevó a la tumba. No se descubrió hasta después de su muerte. Mis respetos los tiene. ¡Grande Gino!
Por su parte, Coppi acabó ganando dos Tours y cinco Giros. Sus hazañas deportivas, muchas de ellas en solitario, junto con su carácter abierto y sociable, le hicieron un ciclista querido y admirado por casi todo el mundo. Era todo un personaje y para muchos el mejor escalador de la historia del ciclismo. Murió joven, a los 41 años, y desde entonces ascendió a la categoría de mito.