Distancia
12,3 km
Desnivel
985 m
Pendiente media
7,9 %
Km más duro
11,3 %
Altura puerto
2.055 m
Nivel puerto
HC
Del embalse de Búbal al ibón de los Asnos
Subida al ibón desde Hoz de Jaca, cogiendo la carretera que sube hasta el pueblo, que seguro que conoces de la Quebrantahuesos. Esto dará algo más de dureza al ascenso. También puedes llegar hasta Hoz de Jaca desde Búbal pueblo, pero me parecía más bonito por este lado.
La presa del embalse de Búbal fue inaugurada en 1971 y cambió por completo el aspecto, y se podría decir que la vida, de esta zona del valle de Tena. Uno de los pueblos que fueron expropiados por la construcción del embalse fue Polituara, antigua puerta de entrada al valle que antes de esto, con un máximo de seis casas, llegó a tener dos tiendas de ultramarinos, herrería, panadería, zapatería, servicio de correos….¡Ojo al dato!
Hoy en día, el pueblo está en reconstrucción.
A lo que estamos, que es a pedales. Dos kilómetros de puerto carretero hasta que te encuentres con el mirador, al lado de la tirolina, justo antes de llegar a Hoz de Jaca. Merece la pena parar. Sobre todo cuando el embalse está lleno, impresiona bastante. A final de verano con el embalse casi vacío da una ‘bajona’ tremenda, pero bueno, a seguir. Pasado el pueblo de Hoz de Jaca la pista sigue asfaltada un tramo, donde la pendiente se estabiliza y es bastante suave.
Vas a cruzar los barrancos del Coronazo, Mostallón y San Lorenzo. En primavera suelen bajar cargados de agua proveniente del deshielo. Aquí la pendiente es más fuerte y el terreno se vuelve más pedregoso. Salvando altura mediante curvas de herradura llegarás hasta el Corral de las Vacarizas, donde la pendiente vuelve a ser más llevadera. Dejando a la derecha la Punta Narronal, las vistas del valle que vas a tener a la izquierda son néctar supremo.
Sobre los diez kilómetros de ascensión, pasada la entrada del ‘funny track’ de las pistas de esquí, llegas al cruce con la pista que viene desde Panticosa. De aquí hasta la cima la subida se comparte. ‘Puertarraco’ de alta montaña, por encima de los 2.000 metros de altitud, llegando al ibón de los Asnos. No te hacen falta alas para subir, solo un momento (y una bici) y las ganas de huir.