De Aísa al puerto de Aísa
Estás en Aísa, en el puente sobre el río Estarrún, al lado de la zona de las piscinas. Ahí empieza el puerto. Un híbrido asfalto-tierra que te acerca a los pies de la sierra de Aísa, destacando el pico Aspe, una zona muy chula que te va a sorprender seguro.
Aísa es un municipio aragonés de la comarca de la Jacetania, enclavado en el valle de mismo nombre. De su término municipal forman parte los núcleos de Sinués, Esposa y Candanchú. Detrás de la sierra, al otro lado de los míticos Lecherines, se encuentra la estación de esquí de Candanchú. Aún en activo e inaugurada en 1928, es la más antigua de España. El nombre del núcleo y la estación, proviene del castillo medieval de ‘Camp d´Aljub’ (o ‘Candalxú’), situado a un kilómetro hacia el sur, sobre el antiguo camino de Francia.
Por otra parte, estás en terreno de rueda fina. Enlazando los pueblos de Jasa, Aísa, Borau y Aratorés tienes un sube y baja perfecto para hacer en bicicleta de carretera. Enlazando ya con las subidas al refugio de Lizara y Gabardito, sumas un desnivel importante con un tráfico casi inexistente.
Pero ahora a lo que toca, ¡rueda gorda y para arriba!
La primera parte de la subida es de pendiente moderada, muy llevadera y terreno en perfecto estado. Aquí pisas asfalto (otro tramo carretero) y vas remontando el río Estarrún, entrando en el Parque Natural de los Valles Occidentales. Territorio de pozas, que vas a ir encontrando durante todo el recorrido, y territorio de bordas, que vas dejando atrás hasta llegar a la barrera de inicio de pista, la zona conocida como ‘La Cleta’.
Empieza la tierra y sigue el espectáculo. Hay 200 metros intercalados entre el camino, de cemento rallado o directamente machacado al 24%, que son la puerta de entrada a lo alto del valle de Aísa. Néctar supremo, crema de breva, oro molido o como lo quieras llamar. El sitio es bonito de narices.
Dejando atrás el refugio de Saleras, pasas a remontar el barranco de Igüer, cruzándolo en alguna ocasión. Entre vacas y toros y, con suerte, algún que otro sarrio, llegas a la cima del puerto pasando los 1.700 metros de altitud.
Una vez estés arriba, igual escuchas el ruido de un cerrojo que abre una dulce llave… ¡O qué sé yo!