Lo números dan igual, es el más mítico
‘El puerto’ de los Pirineos en lo que a bicicleta de carretera y, más concretamente, al Tour de Francia se refiere.
Leyenda en activo, con sus 2.115 metros de altitud no es el puerto más alto de Pirineos y seguramente tampoco el más duro, pero es, y siempre será, el más legendario. Son 17 kilómetros desde Sainte-Marie de Campan y 19 kilómetros desde Luz-St Sauveur, por encima del 7% de media en las dos ascensiones.
En 81 ocasiones ha sido puerto de paso del Tour de Francia y solamente tres final de etapa (1974, 2010 y 2019). También se han producido tres finales en La Mongie, estación de esquí a mitad de camino entre Sainte-Marie de Campan y la cima del puerto. En el año 2020 iba a ser final de etapa de la Vuelta a España, saliendo de Biescas y pasando por Portalet y Aubisque. La pandemia de la covid hizo que no fuera posible.
El Tourmalet, que viene a significar ‘camino de mal retorno’, forma parte del calendario ciclista desde el año 1910, cuando Alphonse Stienes, ayudante de Henri Desgrange para organizar el Tour, se empeñó en incluir las ascensiones de alta montaña en la carrera.
Steines fue a visitar los Pirineos a final del invierno y debido a la nieve el Tourmalet quedó pendiente para inspeccionar, un mes antes del comienzo del Tour de aquel año. Su objetivo era convencer a su jefe de que la carrera podía pasar por allí. Contrató a un conductor local en la ciudad de Pau y se plantó a pie de puerto para ‘reconocer’ la subida. No había carretera, sino 19 kilómetros de algo parecido a un camino rocoso para las mulas. Tres kilómetros antes de la cumbre el coche se queda atascado en la nieve. Era tarde, el sol estaba cayendo y la amenaza de los osos, que por aquel entonces eran multitud, hizo que el conductor diera la vuelta y fuera a esperar a Steines al otro lado de la montaña, en Bareges. Steines continuó el reconocimiento a pie. Con la ayuda de un pastor llegó a la cima, y otra vez solo emprendió la bajada hasta el mencionado pueblo de Bareges. Cansado y desorientado, perdió el equilibrio y acabó rodando montaña abajo, teniendo que ser rescatado posteriormente. Una vez recuperado, Steines envía el ya histórico telegrama a Desgranges.
«Acabo de cruzar el Tourmalet STOP Muy buena carretera STOP Totalmente aceptable STOP»
Ese mismo año, el Tourmalet formó parte junto con el Peyresourde, Aspin y Aubisque, de la ya mítica primera gran etapa de alta montaña de la historia del Tour de Francia y podría decirse que del ciclismo. 326 kilómetros que unían Luchon con Bayona.
Tres años más tarde, en 1913, misma etapa pero en sentido contrario, salida en Bayona y meta en Luchon. Eugène Christophe corona el Tourmalet con cinco minutos de ventaja sobre sus perseguidores y se lanza ‘carretera’ abajo hacia Saint Marie de Campan. En el descenso sufre una caída y parte la horquilla de la bicicleta. En aquellos tiempos la organización del Tour prohibía cualquier ayuda externa. El corredor tenía que reparar su propia bici sin ayuda. Christophe recorrió a pie los 14 kilómetros que le separaban del pueblo y buscó la forja local. ‘Aprendió’ el oficio de herrero y dos horas más tarde y con sanción incluida por la ayuda de Corni, un niño del pueblo que mantenía el fuego de la forja, la horquilla de su bicicleta estaba soldada. Christophe logró terminar la etapa y acabó séptimo en el Tour de aquel año.
Ahora vemos que chispea un poco y ya no salimos a andar en bici…