





De Tierrantona a Muro de Roda
¿Por qué no habré venido yo aquí antes? ¿No te has hecho nunca esa pregunta? ¿No te pasa siempre que nunca encuentras respuesta?
Ojo mis narices de empezar el texto con tres preguntas, y en la última de ellas meter seguidas las palabras siempre y nunca. Todo esto pertenece a la ya mítica sección de ‘cosas que no le importan a nadie’. Ya lo siento, pero a veces se me pasan cosas por la cabeza que tengo que soltar de alguna manera (se dice ‘se me’ y no ‘me se’, semana antes que mes, eso es de primero de escritor). Ya paro, vamos con el puerto.
La historia es que no encuentro una razón por la que no he visitado Muro de Roda hasta principios de este 2025. ‘Despistao’ soy un rato, pero tanto… en fin, gracias Sandra por la recomendación de altimetría. ¡Vaya flipada de sitio!
Estás en el mítico valle de La Fueva (su carnaval tiene un texto aparte), uno de esos sitios en los que parece que no pasa el tiempo. Desapercibido, en medio de todo pero en tierra de nadie. Un lugar perfecto para perderse. Esto no viene a cuento, pero la única referencia que tenía de Tierrantona hasta la fecha, era la de mis antiguos (que ya ha llovido) compañeros de fútbol en tierra baja. “Pegan hostias como panes, pero vaya campo más bonito”. Que definición más chula del ‘carácter montañés’.
Un añadido más y ya de verdad, prometo hablarte del puerto. Al escribir ‘carácter montañés’, me ha venido a la cabeza la quesería ‘O Xortical’ cercana a la localidad de Villanúa. Si tienes tiempo y quieres echar un buen rato, te recomiendo leer las reseñas de Google (las malas). Verás como te sacan una sonrisa. Muy fan de los dueños de esta quesería, madre (no cambies nunca ese carácter) e hijo (no dejes de responder reseñas). Los quesos los he probado y sencillamente espectaculares, sobre todo uno curado (creo que de oveja), oro puro.


Hablaba de Tierrantona, porque es donde va a empezar la subida. Para no mentir, comienza a algo más de un kilómetro de distancia del pueblo, en el conocido como barranco del Río. Algo más de cinco kilómetros de ascensión rozando el 8% de pendiente media, que claramente va de menos a más en lo que a dificultad física se refiere, con tramos realmente exigentes en la segunda mitad del puerto.
La subida en sí, no dice mucho. O por lo menos, esa es la sensación que me dio a mí. Una subida como cualquier otra, con la ‘ventaja’ de que es accesible con cualquier tipo de bicicleta ya que está asfaltada muy decentemente.
La historia es cuando haces cima…
Todo lo que te diga no le va a hacer justicia. No me veo capacitado para describir ese lugar y que te puedas hacer una idea de lo que te estoy contando. Las fotos, tampoco le hacen justicia. Tienes que ir, no te queda otra. Pero tienes que ir a corto plazo, no hagas como yo y esperes casi 37 años.
Por darte una pincelada y con la siempre inestimable ayuda del señor/señora ‘Wikipedia’, Muro de Roda (nuestra cima) es “un pueblo fortificado, localizado en un emplazamiento estratégico”. En la actualidad se encuentra despoblado, que no abandonado (ojo, no me caso de repetirlo, muy importante esto) ya que se encuentra en un excelente estado de conservación.
¡MIRADOR CON MAYÚSCULAS!
El plus de esta subida es el ratico muy majo que eché en el pueblo con dos mujeres valencianas (iba a decir ‘señoras’, pero tenían el alma muy joven como para que las califique de esa manera). Me invitaron a almorzar queso (gracias) y creo que les solté una buena chapa presumiendo de cultura y montañas. Ya me jode, pero no recuerdo sus nombres, tampoco el nombre de un grupo punk rock valenciano que me recomendaron. Si se me quedo grabada una anécdota con los Barricada de por medio.
Me preguntaron por el nombre del perro que siempre me acompaña. Les dije que se llama Boni, en homenaje al fallecido y mitiquísimo Boni de los Barricada (que por cierto, con la excusa de que es algo miedoso con la gente y bastante más guapo que el ‘dueño’, fue el que más almorzó esa mañana, me refiero al perro). Al oír Barricada, me dijeron que hace poco habían estado por casualidad en un concierto de Alfredo (el otro guitarrista del grupo) que hasta entonces ni lo conocían. La anécdota no tiene más, pero nos hizo ilusión aquella coincidencia, así que la música de esta puyata está bastante clara.