Del puente de Los Navarros a los valles de Otal y Ordiso
Estás en Torla, municipio altoaragonés (me encanta este palabro) que pertenece a la comarca del Sobrarbe y puerta de entrada al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Puede que sea la puerta de entrada más conocida (y sobre todo transitada) ‘al Parque’.
Justo donde la carretera empieza a ganar metros dirección a ‘la pradera’, sale un desvío a la izquierda dirección Bujaruelo, que es el inicio de nuestra puyata.
Se empieza en el conocido como puente de Los Navarros. Para no mentir, se empieza en el puente nuevo, construido al lado del antiguo y verdadero puente de Los Navarros. El nombre no tiene más que lo que puedas estar pensando, ya que se construyó (en el año 1850) con ‘mano de obra navarrica’ (gente que mola).
Revisando entre ‘mis mierdas’ (ojo que se viene sección de cosas que no le importan a nadie) y buscando fotos para el artículo del puerto, descubrí que hace tres años que no pedaleo por estos lares (tremendos lares y tremendo delito el mío, tres años que no voy…). Me hizo gracia releer un texto del principio de ruta de aquel día, así que lo pongo tal cual. Al haberlo escrito yo, no sé si lo tengo que entrecomillar, pero me lo voy a flipar como si hablara de mi mismo en tercera persona:

“Saliendo de Torla me he encontrado con Pintado (40 años guarda de Ordesa ¡ojito!) y me ha contado que nació y vivió en Bujaruelo hasta los 22 años, y esto era en 1965. Me ha contado que almacenaban la comida en una especie de ‘hoyo’ que hacía de nevera y hoy en día aún está a la entrada del refugio (no lo he encontrado). También me ha dicho que escondida en el tozal de San Antón hay una mesa de mármol usada por los pastores y vecinos para hacer sus reuniones. A lo Arturo y los caballeros de la mesa redonda. Moolaa
Pasado el camping de Torla estaba Inés, que me ha hecho la foto con el Mondarruego detrás. Me ha dicho que no es una montaña, ¡es un gigante dormido! A mí me lo ha parecido, la verdad. Investiga un poco (en google) donde enterró Hércules a la diosa Pyrene…”
Me acordaba del guarda, pero no recordaba su nombre. Había olvidado a Inés, y que fue ella quien me contó la leyenda del Mondarruego. Escribo esto con una sonrisa en la cara, recordando aquello. Muy importante saludar, preguntar y escuchar a la gente con la que te encuentras mientras pedaleas.
Venga con el puerto, que la chapa está siendo importante.
Subida que tiene de todo. Zonas de cemento (menos) y zonas de tierra, repechos duros (pocos), descansillos, zonas llanas, bajadas y sobre todo, en días festivos y con buen tiempo, muchos coches. Puede que más pronto que tarde, la pista sea asfaltada es su totalidad, cosa que no sé (sin entrar en polémicas) si será bueno o malo para la zona. Veremos…
Remontando el río Ara (aquel que viene de las faldas del Vignemale, mítico y salvaje), cruzas el puente de Santa Elena, pasas por el camping Valle de Bujaruelo y llegas al albergue. Aquí es parada obligatoria acercarte a ver el puente románico de San Nicolás de Bujaruelo. Data del siglo XIII y era de paso tanto para peregrinos como para contrabandistas. Lo que habrá visto este puente, ¡telita! Hoy en día es una de las construcciones más representativas del Pirineo aragonés.
Pasado esto, te viene la bifurcación de valles. La pista se parte en dos. Girando a la izquierda, llegas al valle de Otal, y girando a la derecha al valle de Ordiso. Todo es oro puro (sobre todo Otal), pero ya te dejo que lo descubras tú, que es de lo que se trata.










