
Distancia
145 km

Desnivel
5.400 m

Puertos
7

Pueblos en ruta
8

Cima Coppi
2.263 m

Puerto más duro
Ibón de Portet
Vuelta completa BTT valle de Tena
En la Edad Media, el valle de Tena actuaba como una unidad en lo que a gobierno se refiere, agrupando a sus pueblos en tres quiñones. Cada quiñón tenía competencia en materia de pastos, ganadería, construcción de puentes, caminos, etc. Tendiendo lazos entre ellos y los vecinos valles franceses. Vamos a pedalear por este rincón del Pirineo aragonés, volviendo a unir los tres quiñones a través de una ruta de alta montaña 100% ciclable. Por cierto, los tres quiñones eran el de ‘La Partacua’, el de ‘Panticosa’ y el de ‘Sallent’.
La idea de esta ruta es pedalear por el territorio que en su día abarcaron los tres quiñones del valle, mediante seis puertos de alta montaña y en torno al río Gállego. Aquel río que viene de la Galia (de ahí su nombre) ya que nace en el paso fronterizo del Portalet. Con salida y llegada en Sallent de Gállego, es un recorrido tan bonito como exigente, ya que en 145 kilómetros de ruta, sobrepasas los 5000 metros de desnivel acumulado.
Es un recorrido de contrates. Su aspecto (sobre todo en colores) varía según la época del año en que decidas hacerlo. Pasas del verde de finales de primavera y principios de verano, a los diferentes tonos de amarillo y marrón que te vas a encontrar en otoño. Tiene la peculiaridad que incluso se puede pedalear parte de la ruta en invierno. En tramos de tierra completamente nevados y cuando se dan las condiciones de frio y sol, puedes rodar con tu bici por encima de la nieve (siempre que ésta esté pisada con anterioridad y se haya compactado).
Siguendo con los contrates, vas a pedalear tanto en zonas boscosas (increiblemente bonitas en otoño) como rodeado de praderas y a cielo abierto. Detalle que vas a notar subiendo cualquiera de los puertos (o puyatas que llamamos por aquí). Conforme vas ganando altura, los frondosos bosques dejarán paso a las amplias praderas pirenaicas donde pastan a sus anchas caballos, vacas, ovejas, cabras e incluso algún que otro burro.
Es muy probable que en altitud también te encuentres marmotas. Las vas a escuchar antes que verlas. Estos roedores, se agrupan en familias y dentro de cada núcleo familiar designan una o varias ‘marmotas centinelas’, que se encargan de avisar de los posibles peligros al grupo, mediante un característico pitido. No son propias del Pirineo, ya que fueron reintroducidas en el entorno desde los Alpes. Algo más dificil es encontrar sarrios (rebecos), corzos o ciervos, aunque con un poco de suerte lo mismo lo consigues. Mirando hacia arriba (y también con algo de suerte) podrás contemplar al rey de los cielos, que no es otro que el Quebrantahuesos. Por último y como dato curioso, también hay presencia de osos en el Pirineo. Es una especie reintroducida desde Eslovenia, que la mayoría de ejemplares se establecieron en el Pirineo francés. Aunque siempre hay algún ‘curioso’ que cruza la frontera, es muy difícil, por no decir imposible, cruzarse con uno de ellos. El último oso pardo autóctono (se llamaba Camille), se cree que murió en 2010.
Vamos con el paso a paso del recorrido, el cual he decidido dividir en seis partes, tantas como puertos tiene la ruta:
IBONCIECHO: todo un clásico de las subidas de tierra en el Pirineo aragonés. Puerto muy constante y sin repechos serios, con pendientes que rondan el 7-8% ideales para ir entrando en calor. El origen de esta pista data de los años 60. Se ‘contruyó’ con motivo de las obras de canalización de las aguas desde el embalse de Respomuso y cuentan que llegaron a subir trailers a su cima (cosa que sería digna de ver viendo alguna de sus curvas de herradura). Cima que supera los 2000 metros de altitud al término de la pista. Las vistas aquí arriba son de otro nivel, cualquier foto que veas no le va a hacer justicia. La bajada se hace por el mismo trazado por el que has subido, metiendo un pequeño bucle para pasar por el bonito embalse de La Sarra.
PICO ROYO: vas a empezar pisando asfalto por la antigua carretera que une Sallent de Gállego con Formigal. Como dato curioso, formigal significa hormiguero en aragonés. Cuenta la leyenda que antiguamente grandes y blancas formigas (hormigas) poblaban su territorio. Al final del valle vivían los dioses Anayet y Arafita, con su preciosa hija Culibillas. Cuando el temido por todos dios Balaitús, creador de tormentas, quiso pretenderla, Culibillas gritó: «A mí las hormigas». Entonces, estas cubrieron su cuerpo por completo, haciendo que Balaitús huyera asustado. Culibillas se clavó un puñal en el pecho y guardó a todas las hormigas dentro protegiéndolas. Hoy en día es el forau (agujero) de la peña Foratata (agujereada), que es la mole de piedra tan característica que ‘preside’ el valle. Todos los dioses de la leyenda son montañas, que por aquí también decimos que son gigantes dormidos por el perfil que dibujan sus cimas. Dejando atrás la sección de ‘cosas que no le imprtan a nadie’ y tras un enlace (aún de asfalto) por el puerto del Portalet y el parking de Anayet de la estación de Formigal llegas a pisar tierra de nuevo. Subida muy exigente llena de tremendos repechos, donde ganas altura por lo que en invierno son pistas de esquí. Su cima es el punto más alto de la ruta, o ‘la cima Coppi’ que dicen por Italia. Muy característica la silueta del Midi d’Ossau que verás mirando al norte. Silueta que no es otra cosa que la chimenea de un antiguo volcán, hoy en día inactivo. ¡La de cosas que vas a aprender pedaleando en este sitio!
LA PARTACUA: si la subida a Ibonciecho era un clásico, la Partacua es un clasicazo en lo que a puertos de tierra se refiere. Se le llama ‘Partacua’ a toda la sierra que te queda a la izquierda durante el ascenso. Conjunto agreste de piedra en el que destacan los picos de ‘Peña Telera’ y ‘Peña Retona’, que junto con las praderas verdes de su base, hacen que reciban el nombre de ‘Pequeños Dolomitas’. Si algo nos gusta a nosotros es comparar cosas. Puerto tirando a largo pero muy poco exigente en el que no te queda otra que disfrutar del entorno, porque es un espectáculo. Vas a pasar por los Ibones de Las Paules o Tramacastilla (en la subida) y Piedrafita (en la bajada y tras un pequeño y obligado desvío). No sé si lo sabes (seguro que sí), pero en aragonés se le denomina ‘ibón’ a un lago de alta montaña. Todo este tramo del recorrido se hace rodeando el bosque del Betato. En aragonés, ‘betato’ viene a decir ‘prohibido’. Cuenta la leyenda que está encantado y habitado por duendes y brujas, que era el lugar donde celebraban sus aquelarres. Rincón habitado también por abedules, pinos, y sobre todo hayas, que en otoño cogen unos colores espectaculares.
IBÓN DE LOS ASNOS: tras un primer tramo de asfalto y pasando por la presa del embalse de Búbal, llegas a Hoz de Jaca. Lo mismo te suena el nombre del pueblo (que también es puerto en caso de ir en bici de carretera) de la marcha cicloturista ‘Quebrantahuesos’, aunque aquí lo escalamos en sentido contrario. Dejando atrás el pueblo y pisando tierra, vas a coronar coronar el cuarto puerto de la ruta, todo un ‘Hors Categorie’. Eso sí, más que tierra parecía una alfombra o un camino enmoquetado, ya que está en perfecto estado (no quería hacer que rimara pero me ha quedado así). El ibón de los Asnos hay que sudarlo, pero merece la pena cada gota que has visto caer del casco. Es uno de esos rincones en los que te sientas y nunca ves el momento de levantarte. En parte porque estás a más de 2000 metros de altitud y llevas más de 3500 metros de desnivel acumulado, y en parte porque el sitio es una auténtica maravilla.
RINCÓN DEL VERDE: previo paso por el municipio de Panticosa encaras la penúltima subida del recorrido. Se puede dividir en tres partes en lo que a dificultad física se refiere. Una primera parte muy exigente, una parte central llevadera (con incluso alguna bajada) y un final que se sale de todas las tablas. Un fuera de categoría en dureza y un ‘súper fuera de categoría’ en belleza. El valle de la Ripera es de lo más bonito que se puede hacer sobre una bicicleta en todo el Pirineo. Sobran las palabras, tienes que verlo. Cuando hayas coronado la subida, entenderás el porqué del nombre del puerto. Verde es un rato. Por volver con la sección de ‘cosas que no le importan a nadie’, la tremenda pared de piedra que te envuelve durante la parte final de la ascensión es de las más altas de todo el Pirineo. ¡La sierra de Tendeñera da para mucho! Tras bajar deshaciendo el camino, afrontas la última dificultad montañosa del recorrido.
IBÓN DE PORTET: el Angliru del valle de Tena (ves como nos gusta comparar). Uno de los puertos BTT/gravel más duros de todo el Pirineo. Y eso que tiene poco más de siete kilómetros, pero casi cinco de ellos son al 14% de pendiente media. ¡Telita la subida que nos dejamos para el final! También te digo que es el mirador más bonito al que se puede acceder pedaleando de toda la zona. Ya de bajada y con todo ‘lo malo’ pasado, llegas al pueblo de Lanuza. ¿Qué me dices del paisaje que tienes ante tus ojos? ‘La pequeña Suiza’ (¿te había dicho que nos gusta mucho comparar?). Pequeño tramo de llaneo y fin de ruta. Vuelves a Sallent de Gállego. La casa del ‘Gigante’ (2,29 dicen que medía Fermín Arrudi). Tan grande como la ruta que acabas de realizar.