De Torrecilla de Valmadrid a su mirador
Estás en Torrecilla de Valmadrid, antiguo municipio que actualmente es un barrio rural de Zaragoza. Clásico punto de paso de las rutas en bici de carretera de los alrededores de la capital maña. En este caso, vamos a pisar tierra, ganando altura por el camino de la Plana, para llegar hasta el mirador de Torrecilla. Saliendo del pueblo, junto a la báscula, empieza el puerto.
Torrecilla se asienta sobre suelos yesíferos, puro terreno estepario. Precisamente el yeso fue en tiempos la actividad económica principal del pueblo. En las inmediaciones de ‘La Balsa’ aún se pueden observar los restos de un antiguo hornal (horno de yeso). Ahora te preguntarás: ¿qué será ‘La Balsa’? Si te mola leer cómics te sonará a prisión de villanos Marvel. ‘La Balsa’ era de las pocas zonas de acceso al agua en un terreno tan seco que tenía la población y el ganado. Actualmente es un parque naturalizado con paneles informativos del ecosistema del entorno.
Otros lugares de interés son las ruinas del castillo de Torrecilla (se cree que de origen musulmán y situado en un alto a la salida del pueblo) y la antigua estación de ferrocarril. Durante más de 60 años (1904-1966) fue una de las once paradas de la línea Utrillas-Zaragoza que, además de pasajeros, transportaba lignitos de las Cuencas Mineras hasta la capital aragonesa. Una vez clausurada sirvió de escenario para una de las míticas películas del spaghetti western. ¡Ojito al dato!
Camino ancho y en perfecto estado de principio a fin. Quitando la zona final, te va a tocar pedalear a cielo abierto durante toda la subida. Además de la probabilidad bastante alta de pelear contra el cierzo, un habitual del valle del Ebro y alrededores que en esta subida te va a pegar de cara.
Puerto corto, de algo menos de cuatro kilómetros, la pendiente media no va a suponer un problema en la mayoría de la ascensión. Vas ganando altura muy moderadamente, entre la zona de Valdetripa, que te queda a la izquierda, y la de Carrasquilla, que te queda a la derecha. Como he comentado antes, terreno estepario total que a mí personalmente me parece que tiene su encanto.
El tomate de la subida está en el último kilómetro, donde la cosa cambia totalmente. Entras en un pinar, pillando un mínimo de sombra, que en verano vas a agradecer muy mucho, y la pendiente se dispara por encima del 11% hasta llegar al mirador. ¡A la cima siempre hay que llegar sudando!
Una vez arriba y en terreno de molinos, las opciones para continuar la ruta son muchas. Te invito a investigar las míticas Planas.